miércoles, 29 de junio de 2011

Presentados los resultados del proyecto CancerDip sobre epigenética y cáncer

El Dr. Manel Esteller ha sido el coordinador de esta investigación europea en la que se ha elaborado y estudiado el mapa epigenético de más de 1.600 individuos.

Dr. Manel Esteller.

El proyecto europeo CancerDip ha presentado hoy sus resultados finales en el marco de la reunión “Metilación del ADN: De la Biología a la Enfermedad”, celebrada en el Instituto Catalán de Oncología (ICO). Se trata de un proyecto de investigación, financiado con 3 millones de euros por la Unión Europea en el VII Programa Marco de Investigación y Desarrollo, que ha sido coordinado por el Dr. Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL). En él han participado más de 20 científicos –biólogos moleculares y celulares, expertos en cáncer y bioinformáticos- de seis centros ubicados en cinco países europeos.

CancerDip, tal como explica el Dr. Esteller, ha coordinado a grupos de investigación interesados en la epigenética y en el cáncer. El proyecto nació en enero de 2008 como un esfuerzo conjunto de los principales grupos europeos con el objetivo principal de caracterizar los mecanismos epigenéticos del cáncer –sobre todo tumores de colon y leucemias-, y elaborar mapas de las alteraciones epigenéticas que conducen a la enfermedad.

“Uno de los objetivos conseguidos y que se ha publicado este mismo mes de junio –señala el citado investigador- es que en el marco de CancerDip hemos detectado la huella epigenética de más de 1.600 personas, una muestra que incluye tanto a voluntarios sanos como a afectados por diversas enfermedades, aunque los tumores de colon y las leucemias son las que mayor peso han aportado al estudio”.

Entre los resultados del proyecto que pueden tener aplicación clínica, el Dr. Esteller destaca, en primer lugar, la identificación de mejores marcadores para detectar la enfermedad de forma precoz en muestras biológicas. “En segundo lugar –añade-, algunos de estos marcadores pueden predecir el comportamiento de tumores y saber si son más o menos agresivos, o si son o no sensibles a la quimioterapia. Y en tercer lugar, los datos obtenidos del estudio de las 1.600 muestras pueden ser de gran ayuda para aquellos casos clínicos que denominamos tumores de origen desconocido. Son aquellos en los que el médico es incapaz de averiguar dónde se ha originado el tumor primario en pacientes que presentan metástasis. Con los nuevos datos podemos estudiar el perfil epigenético del paciente y saber si se asemeja al perfil epigenético del cáncer de colon, de páncreas, de vejiga, etc. y saber de dónde procede la metástasis, lo que permite, por tanto, administrar el tratamiento adecuado para cada tipo de cáncer”.

Pese a que el proyecto CancerDip ha concluido, su coordinador explica que tiene continuidad en CURELUNG, proyecto específico centrado en el cáncer de pulmón, en el que se está obteniendo la huella epigenética de más de 500 pacientes con tumores pulmonares. Por otro lado, el Dr. Esteller añade que otro objetivo de futuro consiste en comercializar y extender el uso de la técnica de huella epigenética que han validado los participantes de CancerDip para el análisis de tumores de origen desconocido.

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lunes, 20 de junio de 2011

Comer berros frenaría el crecimiento de tumores de mama

Tomado de: http://www.blogmedicina.com

Comer berros con frecuencia ayudaría a prevenir el desarrollo de tumores mamarios. Así lo reveló un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la Universidad de Southampton, Inglaterra.

La investigación asegura que los berros contienen en sus hojas feniletil isotiocianato, un elemento que pueden frenar el crecimiento de pólipos cancerígenos en las mamas. Esta propiedad, que es la que le otorga al berro su particular sabor a “pimienta”, es la que actúa como bloqueadora de una proteína que favorece el crecimiento de los tumores.

Para realizar el estudio los científicos convocaron a 80 voluntarios, quienes ingirieron 80 gramos de berro al día. Entre los que participaron de la prueba se comprobó que todos habían elevado en su sangre el nivel de moléculas anticancerígenos pasadas apenas unas horas luego de comer una ensalada hecha a base de esa planta.

Los tumores suelen desarrollarse velozmente y generalmente sobrepasan los niveles de sangre pero el feniletil isotiocianato restringe la capacidad de oxígeno, lo que a su vez logra limitar la propagación de las células cancerígenas. El tejido canceroso manda señales por sangre que estimulan el crecimiento en las células sanas, a través de la proteína Hypoxia Inducible Factor (HIF), ubicada en la parte central de este proceso.

Justamente es allí donde actúa el elemento benéfico que contiene el berro, de forma absolutamente natural, bloqueando el funcionamiento de esta proteína dañina. La investigación llevada a cabo por los científicos ingleses fue subsidiada por la empresa Watercress Alliance y publicada en la prensa británica.

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miércoles, 1 de junio de 2011

Cell Phones Possibly Carcinogenic, WHO Says

From Medscape Medical News

May 31, 2011 — The World Health Organization (WHO) announced today that radiation from cell phones can possibly cause cancer. According to the WHO's International Agency for Research on Cancer (IARC), radiofrequency electromagnetic fields have been classified as possibly carcinogenic to humans (group 2B) on the basis of an increased risk for glioma that some studies have associated with the use of wireless phones.

This announcement was based on an extensive review of studies on cell phone safety by a working group of 31 scientists from 14 countries, who have been meeting regularly to evaluate the potential carcinogenic hazards from exposure to radiofrequency electromagnetic fields. They reviewed exposure data, studies of cancer in humans and experimental animal models, and other relevant data.

More specifically, the IARC Monograph Working Group discussed and evaluated literature that included several exposure categories involving radiofrequency electromagnetic fields:

  • Occupational exposures to radar and to microwaves;
  • Environmental exposures associated with transmission of signals for radio, television, and wireless telecommunication; and
  • Personal exposures associated with the use of wireless telephones.

"Given the potential consequences for public health of this classification and findings," said IARC Director Christopher Wild, PhD, in a news release, "it is important that additional research be conducted into the long-term, heavy use of mobile phones. Pending the availability of such information, it is important to take pragmatic measures to reduce exposure such as hands-free devices or texting."

Inconsistent Data and Opinions

Cellular telephones have become an integral part of everyday life, and the number of users is estimated at 5 billion globally. However, as previously reported by Medscape Medical News, there has been growing concern over possible health risks associated with the use of cell phones. In particular, some data have suggested that their use, especially over the long term, represent a "significant" risk for brain tumors.

But study results have been inconsistent, although some European countries have taken precautionary measures aimed specifically at children.

Some of the strongest evidence supporting a link between brain tumors and cell phone use comes from a series of Swedish studies, led by Lennart Hardell, MD, PhD, from the Department of Oncology, Orebro Medical Center. These studies showed that risk increased with the number of cumulative hours of use, higher radiated power, and length of cell phone use. They also reported that younger users had a higher risk. (Int J Oncol. 2006;28:509-518;Int Arch Occup Environ Health. 2006;79:630-639; Arch Environ Health. 2004;59:132-137; Pathophysiology.2009;16:113-122).

The issue of cell phone safety was to have been settled once and for all by the huge 13-nation industry-funded Interphone study. But to date, the industry-funded Interphone studies found no increased risk for brain tumors from cell phone use, with only 4 exceptions. The findings contradicted the Swedish studies, which were independent of industry funding.

Consistent with the literature, there is no consensus among physicians and scientists about the severity of risk, or if one even exists. One issue in attempting to evaluate the potential connection between brain tumors and cell phone use is the relatively short period of time that these devices have been heavily used in a large population and the long latency period for many tumors.

The National Cancer Institute, for example, has stated that although a consistent link has not been establishedbetween cell phone use and cancer, "scientists feel that additional research is needed before firm conclusions can be drawn." In a similar fashion, the American Cancer Society points out that even though the weight of the evidence has shown no association between cell phone use and brain cancer, information on the potential health effects of very long-term use, or use in children, is simply not available.

Evidence Strong Enough

The WHO established the International Electromagnetic Fields (EMF) Project in 1996, in response to public and governmental concern, with the goal of evaluating the possibility of adverse health effects from electromagnetic fields. In a press release issued last year, the WHO stated that it would conduct a formal health risk assessment of radiofrequency fields exposure by 2012, but in the interim, the IARC would review the carcinogenic potential of mobile phones this year.

Jonathan Samet, MD, chairman of the working group, notes that "the evidence, while still accumulating, is strong enough to support a conclusion and the 2B classification.

"The conclusion means that there could be some risk, and therefore we need to keep a close watch for a link between cell phones and cancer risk," he said in a news release.

A full report summarizing the main conclusions and evaluations of the IARC Working Group is slated to be published online soon in The Lancet Oncology and in print in its July 1 issue.

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